La Historia Inconclusa—¿Orgullo o Gracia?
Rashawn Nance
Escritura de Hoy: “Pero la gracia que él nos da es mayor. Por eso dice: “Dios se opone a los soberbios, y da gracia a los humildes.’” Santiago 4:6, RVC
Tema: Dios es fiel para sostener y elevar al corazón humilde, pero rechaza al orgulloso.
LA LUCHA ENTRE EL ORGULLO Y LA HUMILDAD
Es increíble lo fácil que es caer en el orgullo, incluso cuando sabemos que no debemos. A veces me sorprendo queriendo recibir crédito o pensando que puedo manejar todo por mi cuenta. Ya sea dirigiendo el negocio, liderando a mi familia o simplemente tratando de sobrevivir la semana, mi tendencia es confiar en mis propias fuerzas. Pero la vida siempre me recuerda quién está realmente en control. Cuando intento hacerlo todo solo, las cosas se vuelven pesadas… rápido.
El orgullo crea distancia entre nosotros y Dios, levantando muros donde debería haber confianza. ¿Pero la humildad? La humildad nos acerca a Su corazón. Es en esos momentos—cuando admito que necesito ayuda, cuando suelto la necesidad de tener la razón o de ser visto—es que siento más la presencia de Dios. Él no busca perfección; busca un corazón dispuesto y humilde.
LA ENCRUCIJADA DE SIMÓN
La historia de Simón el Mago en Hechos 8 siempre me impacta. Era un hombre con influencia, reconocimiento y un poco de poder espiritual, pero quería más para sí mismo. Cuando vio lo verdadero, el poder del Espíritu Santo, intentó comprarlo. Pedro lo confronta, y Simón se enfrenta a una elección: ¿mantenerse orgulloso o humillarse y pedir ayuda? Él elige pedir a los discípulos que oren por él, pero la Biblia no nos dice cómo termina su historia. ¿Se mantuvo orgulloso y perdió la gracia, o se humilló de verdad y encontró libertad? Esa incertidumbre es real para todos nosotros. Cada día estamos en una encrucijada: ¿nos aferramos al orgullo o nos humillamos y dejamos que Dios obre en nosotros? A veces me veo reflejado en Simón, dividido entre querer el control y entrenarme por completo.
GRACIA PARA LOS HUMILDES
Me equivoco—mucho. Hay días en que fallo, dejo que mi ego se interponga o me olvido de depender de Dios. He dicho cosas que no debía, intentado arreglar todo con mis fuerzas y, a veces, simplemente he fracasado. Pero cada vez que regreso con un corazón humilde, hay más gracia esperándome. Dios no lleva la cuenta ni espera que finalmente lo haga todo bien. Él está listo para dar más gracia, cada vez que vuelvo a Él. No espera perfección—quiere honestidad, disposición para admitir cuando estoy equivocado y el valor para comenzar de nuevo. Ahí es donde está la verdadera fuerza: no en nunca caer, sino en levantarse, humillarse y dejar que la gracia de Dios me lleve adelante. Esa es la historia que quiero vivir: una donde la gracia siempre gana, una y otra vez.
Hazlo Algo Personal: Seré honesto: la humildad no siempre me resulta fácil. En los negocios y en la vida, quiero que me vean como capaz y fuerte. Pero Dios sigue mostrándome que la verdadera victoria está en soltar el orgullo y dejar que Él dirija. Cuando lo hago, las cosas encajan de maneras que nunca podría haber planeado. Si hoy estás luchando con el orgullo, no estás solo. La gracia de Dios es más grande que tu lucha.
Ore: Dios Padre, gracias por Tu gracia infinita. Ayúdame a dejar mi orgullo y elegir la humildad, incluso cuando sea incómodo. Recuérdame que Tu poder se perfecciona en mi debilidad. Dame un corazón rápido para arrepentirse y lento para presumir. Quiero seguirte plenamente y confiar en que Tú me levantarás en Tu tiempo. En Cristo Jesús, Amén.
Lee: Mateo 18:1-4