DINERO, FAMA Y PODER
Kendra Intihar
Escritura de Hoy: Si pertenecieran al mundo, el mundo los amaría como a uno de los suyos, pero ustedes ya no forman parte del mundo. Yo los elegí para que salieran del mundo, por eso el mundo los odia.” Juan 15:19, NTV
Tema: Jesús te eligió, lo que puede hacer que el mundo te odie. No sucumbas a las peleas de este mundo; no eres de este mundo
¿POR QUÉ NO ME ODÍAS?
He sido Cristiana durante mucho tiempo, desde que era niña. Recuerdo haber escuchado Juan 15:19 y deleitarme con la idea de que el mundo me “odiaría” por causa de Jesús. Llevé este versículo como una insignia de honor en la escuela secundaria, imaginando una persecución futura imaginaria porque confesé a Jesús como Señor. Sin duda, los Cristianos han sido perseguidos en este mundo de maneras muy reales, pero en 1997, en mi pueblo rural de Carolina del Norte, de mayoría Cristiana, esa era una extraña fantasía de martirio que, fastidiosamente, nunca se hizo realidad.
Incluso en mis momentos más insufribles, cuando obligaba a mis compañeros ateos y agnósticos a escucharme hacer proselitismo, no me odiaban como se suponía que debían hacerlo. Simplemente asentían con la cabeza hasta que terminaba mi monólogo. Ni una pizca de persecución. No me di cuenta hasta que fui adulta de que toda mi evangelización juvenil era mucho más “del mundo” que “piadosa”. Buscaba reconocimiento por mi excelente Cristianismo en lugar de buscar a Cristo, a quien profesaba. Hoy en día, puedo reconocer con sinceridad y sin reservas, como lo hizo Pablo, que soy el “primero de los pecadores” (1 Timoteo 1:15), y que voy dando tumbos hacia el abrazo de Jesús, que me ama tanto… aun cuando soy insoportable.
¿Qué significa ser “odiado” por el mundo en un país donde somos libres de practicar nuestra fe como elijamos?
Cuando Jesús estaba comenzando Su ministerio, el Espíritu lo llevó al desierto para ser tentado. Satanás, el tentador, se acercó a Él y le ofreció “el mundo” a través de tres tentaciones diferentes:
La tentación de proveer para las necesidades físicas y materiales sin involucrar a Dios.
La tentación de hacer milagros y volverse popular sin fe.
La tentación de ganar y ejercer el poder político.
Esto es lo que el mundo todavía tiene para ofrecernos: dinero, fama y poder. Los tres “Ídolos Americanos” que nos tientan a todos. Jesús venció esas tentaciones para que nosotros también podamos hacerlo.
No es casualidad que Jesús fuera tentado por las cosas de este mundo en Mateo 4 y luego recién salido del desierto, en Mateo 5, nos ofreciera el paradójico reino de los cielos: no dinero, sino pobreza de espíritu; no comida, sino hambre y sed de justicia; no fama, sino mansedumbre; no poder, sino humildad y pacificación.
NO ES DE ESTE MUNDO
El mundo quiere reyes guerreros, pero nuestro Rey fue colgado desnudo en un madero, ejecutado. Él no acepto el dinero, el poder ni la fama como los reyes de este mundo, y cuando Sus amigos trataron de defenderlo contra los enemigos, Jesús les dijo que guardaran sus armas (Juan 18:10-11). Él dijo que las personas que le pertenecen no luchan en Su nombre (Juan 18:36). Es difícil concebir un Salvador que preferiría morir antes que matar a Sus enemigos. Es aún más difícil concebir un Salvador que llame a Su pueblo a hacer lo mismo. El mundo odia lo que no puede entender, así que, si estamos destinados a ser odiados, que sea porque sinceramente amamos, honramos y bendecimos a nuestros enemigos en el nombre de Jesús.
Hazlo Algo Personal: Tómate un momento para leer las Bienaventuranzas en Mateo 5:3-10. Así es como Jesús espera que nos relacionemos con el mundo. Contrasta las Bienaventuranzas con nuestra cultura actual. ¿Cómo contradicen las palabras de Jesús aquí lo que el mundo nos pide que estimemos y valoremos?
Ore: Jesucristo, has sido tan claro. Esta no es mi lucha porque este no es mi reino, y Tú no exiges defensa. ¿Cómo podría yo, tan pequeño e imperfecto, fingir siquiera que defiendo al Dios del Universo? ¡Pero lo he hecho! Perdóname por las veces que he elegido los caminos de este mundo en lugar de los Tuyos. Cuando alguien me pida que saque una espada, ayúdame en cambio a poner la otra mejilla, a ir más allá, a “dar también mi manto” y a hacer la paz en Tu nombre. Amén.
Leer: Mateo 5:3-10, Romanos 12:14-21; Santiago 3:9-18; Mateo 16:26
Versículo de Memorizar de la Semana: “Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad.” Juan17:16-17, NVI