Miércoles - LA SABIDURÍA COMIENZA EN LA HUMILDAD


LA SABIDURÍA COMIENZA EN LA HUMILDAD

Kyle Laws

Escritura de Hoy: “Yo te ruego que des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?”. 1 Reyes 3:9, NVI

Tema: Salomón inicialmente honra a Dios al buscar humildemente la sabiduría por encima de todo. Dios nos dice que hagamos lo mismo y promete darnos generosamente la sabiduría que necesitamos (Santiago 1:5).

UN REY QUE CONOCÍA SU NECESIDAD

Cuando Salomón se convirtió en rey de Israel, heredó tanto el trono como la responsabilidad de liderar al pueblo escogido de Dios. Cuando Dios se le apareció a Salomón en un sueño y le ofreció todo lo que deseaba, Salomón no pidió riquezas, larga vida ni victoria sobre sus enemigos. En cambio, pidió algo profundamente humilde: “Yo te ruego que des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?”. En el centro de esta petición se encuentran tres verdades que moldean una vida de sabiduría: aceptar la identidad de siervo, buscar una mente comprensiva y estar dispuesto a admitir "no sé".

LA POSTURA DE UN SIERVO

Salomón comienza esta oración con las palabras: "Que des a tu siervo...". Aunque era un rey sentado en un trono, se veía a sí mismo primero como siervo ante Dios. Al llamarse siervo, Salomón se colocó en la postura correcta; su identidad no se basaba en la corona que llevaba, sino en el Dios al que servía. Para nosotros, la misma postura es esencial. Antes de ser amigos, trabajadores, padres o líderes, somos siervos de Dios. La verdadera sabiduría comienza cuando dejamos de intentar ser dueños de nuestras propias vidas y, en cambio, nos entregamos. Jesús lo ejemplificó a la perfección: "Así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos." (Mateo 20:28 NVI). Si el Rey de reyes eligió servir, ¿cuánto más deberíamos hacerlo nosotros?

UNA MENTE COMPRENSIVA

Salomón no pedía más información, estrategias ingeniosas ni razonamientos más agudos. Quería un corazón capaz de escuchar verdaderamente a Dios, a Su Palabra y a Su pueblo. El conocimiento por sí solo no basta. Vivimos en un mundo rebosante de información; con solo tocar una pantalla, tenemos acceso a una gran cantidad de datos y opiniones. El conocimiento sin comprensión puede volvernos arrogantes, impacientes o superficiales. La sabiduría, en cambio, busca discernir, no responder con rapidez. “Todos deben estar listos para escuchar, pero no apresurarse para hablar ni para enojarse.” (Santiago 1:19).

FUERZA EN LO DESCONOCIDO

Cuando Salomón preguntó: “¿Quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?”, Salomón admitió: “No sé cómo hacerlo. No tengo lo que se necesita por mí mismo”. Esta confesión no es debilidad, ¡es la puerta a la fortaleza! Cuando creemos que ya sabemos lo suficiente, asumimos que ya hemos escuchado la historia de alguien, así que escuchamos a medias. Creemos saber cómo se desenvolverá la vida, así que dejamos de ser curiosos. Incluso nos acercamos a Dios con las respuestas que preferimos ya en mente, pidiéndole que bendiga nuestros planes en lugar de seguir los Suyos.

“El que cree que sabe algo, todavía no sabe cómo debiera saber.” (1 Corintios 8:2 NVI). El conocimiento sin humildad es como una casa sin ventanas. Puede que tengamos las paredes llenas de libros, pero el aire es viciado y no entra nueva luz; el orgullo de nuestro “saber” nos cierra a la nueva revelación. Cuando admitimos que no sabemos del todo, nos volvemos curiosos por aprender, abiertos a la corrección y más comprometidos con el presente.

Hazlo Algo Personal: La verdadera sabiduría comienza con la postura correcta: viéndonos primero como siervos de Dios, lo suficientemente humildes para escuchar y seguir. ¿Cómo puedes, como Salomón, buscar la sabiduría, la humildad y un corazón de siervo?

Ore: Dios Señor, enséñanos a caminar con humildad, viéndonos como Tu siervo. Danos una mente comprensiva que escuche, discierna y mantenga la calma en medio de las tormentas de la vida. Ayúdanos a liberarnos de la idea de saberlo todo y danos la valentía de decir: “No lo sé, Dios Señor, pero Tú sí”, confiando en que guías nuestros pasos y llenas nuestros corazones de Tu sabiduría. En el nombre de Cristo Jesús, amén.

Leer: 1 Reyes 3:9, Santiago 1:5-8, Mateo 20:28, 1 Corintios 8:2

Versículo de Memorizar de la Semana: “Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra.” 2 Crónicas 7:14, NVI