Miércoles - GOBERNANDO CON PODER GENTIL


GOBERNANDO CON PODER GENTIL 

Kimberly Lawrence 

Escritura de Hoy: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.” Juan 10:11, NVI  

Tema: Dios pudo haber venido como un Rey guerrero para conquistar; en cambio, llegó inesperadamente como un Rey pastor para servir y salvar. 

GRANDES EXPECTATIVAS 

Cuando Jesús entró en un mundo mortal, pudo haber venido en cualquier forma que eligiera. Israel esperaba, y probablemente anhelaba, un rey guerrero, un poderoso conquistador que derrocaría a Roma, silenciaría a sus enemigos y demostraría un poder innegable. Anhelaban a alguien que estableciera un reino político con fuerza y ​​victoria. Pero, cuando llegó el Mesías, llegó de la manera más inesperada. No en un caballo de guerra ni con una corona de oro. No con una espada desenvainada y un ejército poderoso. Vino como un Rey Pastor. 

MANSOS Y AGRADABLES 

Los pastores eran personas comunes, humildes y frecuentemente ignoradas. No tenían nada de glamoroso ni impresionante. Lideraron, protegieron, alimentaron, corrigieron y se mantuvieron cerca de su rebaño... a veces a costa de su propia seguridad. Me pregunto si los israelitas tuvieron que reprimir su decepción. "¿Dónde está nuestro guerrero?" "¿Dónde está Su ejército?". 

Cuando Jesús declaró: "Yo soy el buen pastor", reveló el corazón amoroso de Dios. No vino a conquistar naciones, sino a ganar corazones. No a aplastar enemigos, sino a rescatar a los perdidos. No a exigir servicio, sino a servir. Y, en última instancia, vino no a quitar la vida, sino a dar la Suya. El rey guerrero que la gente esperaba habría gobernado con poder. El Rey Pastor que vino, en cambio, gobernó mediante el sacrificio. 

IMITADOR 

¿Alguna vez has notado que los niños pequeños exhiben el lenguaje corporal, los gestos o los patrones de habla de sus padres o cuidadores... aquellos con quienes pasan la mayor parte del tiempo? Pueden quejarse al levantarse del suelo, secarse la frente con una toalla o usar coloquialismos atípicos de su edad al ver, y luego modelar, un comportamiento específico. La llegada inesperada de Cristo nos da un ejemplo para modelar nuestro propio comportamiento. Habría sido una inconsistencia confusa si Él viniera a este mundo con fuego y furia, y luego nos ordenara poner la otra mejilla, amar al prójimo, ser mansos y humildes de corazón, y revestirnos de humildad. En cambio, Él vino humildemente y sirvió como el ejemplo más perfecto. 

“NO CONFUNDAN LA BONDAD CON LA DEBILIDAD” 

Esta cita siempre resuena en mí. Es un recordatorio de que la mansedumbre y la fortaleza no son mutuamente excluyentes. Uno puede ser autocontrolado e imponer respeto. A veces, la voz más silenciosa en la mesa hace que otros se inclinen hacia adelante, absortos. Mientras nuestro mundo celebra a los líderes que dominan, conquistan y llaman la atención, Jesús nos muestra un camino diferente: el tipo de poder y gracia que se inclina lleva cargas y llama a cada oveja por su nombre. Su poder no se ve en la fuerza con la que controla ni en la voz con la que habla, sino en la profundidad con la que ama. Su ministerio ejemplifica lo que Él pide a Sus seguidores. 

Hazlo Algo Personal: Consuélate con esta verdad: Te cuida un Rey y no vino para dominarte, sino para guiarte y salvarte. Él es gentil, amoroso, perdonador y bondadoso. Jesús no nos llama a ser guerreros de conquista, sino testigos de Su amor, siervos de Su reino y portadores de Su verdad. Debemos ser luchadores en una batalla espiritual, armados no con espadas, sino con compasión, valentía y humildad. 

Ore: Amen. Dios Señor, gracias por ser el Buen Pastor que da Su vida por Sus ovejas. Gracias por venir, no como el mundo esperaba, sino como necesitábamos desesperadamente. Ayúdame a seguir Tu voz, a confiar en Tu liderazgo y a descansar en la seguridad de Tu cuidado. Guíame hoy con Tu suave fuerza. Amén. 

Lee: Mateo 20:26-28; Mateo 5:9; Filipenses 2:3-5; Colosenses 3:12; 1 Pedro 5:5-6 

Versículo de Memorizar de la Semana: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.” Juan 10:11, NVI