EL CICLO DE LA REDENCIÓN
Kendra Intihar
Escritura de Hoy: “¡Está bien, iré contigo! —dijo Débora—. Pero, por la manera en que vas a encarar este asunto, la gloria no será tuya, ya que el Señor entregará a Sísara en manos de una mujer.” Jueces 4:9a, ESV
Tema: Barac luchó contra el ejército de Sísara junto a Débora, sabiendo que la victoria de la derrota no le pertenecería.
RECONSIDERAR EL CICLO DEL PECADO
Quizás hayas oído hablar del "ciclo del pecado" en el libro de Jueces:
Israel peca
Israel sufre
Israel clama
Dios redime
Es un patrón fácil de ver a lo largo de Jueces, y, de hecho, a muchos nos han enseñado a interpretar el libro de Jueces de esta manera. Pero ¿qué pasa si, al enfocarnos en el fracaso del pueblo en lugar de la redención de Dios, sin darnos cuenta enfocarnos la historia en nosotros mismos en lugar de en Dios?
No se necesita mucha imaginación para cambiar el patrón, enfatizando no lo que hace el pueblo, sino lo que hace Dios:
Dios redime
Israel peca
Israel sufre
Israel clama
Dios redime
Es el mismo ciclo, pero cuando al enfocarnos en la fidelidad de Dios en lugar del fracaso de Israel, el modelo de salvación se vuelve sumamente claro. Ver la perseverante paciencia y fidelidad de Dios nos permite visualizar el ejemplo de quién siempre ha sido. Desde Génesis hasta Apocalipsis y hasta hoy: Él es un Dios que se preocupa por su pueblo, un Dios que se dedica a la redención.
DÉBORA, BARAC Y LA FIDELIDAD DE DIOS
La historia de Débora y Barac en Jueces 4-5 es un ejemplo de la redención implacable de Dios. Débora fue profetisa, jueza y líder de confianza, levantada por Dios en un momento de gran necesidad, al igual que otros jueces antes y después de ella. Cuando Barac fue llamado a liderar el ejército de Israel, le pidió a Débora que lo acompañara. En respuesta profética, ella le dijo: “¡Está bien, iré contigo! —dijo Débora—. Pero, por la manera en que vas a encarar este asunto, la gloria no será tuya, ya que el Señor entregará a Sísara en manos de una mujer.” (Jueces 4:9, NVI). Barac aceptó su profecía. En lugar de alejarse con orgullo o temor, condujo a las tropas a la batalla junto a Débora, plenamente consciente de que la gloria final no sería suya.
En el frente de batalla, el Señor Dios sembró el pánico entre los aurigas de Sísara. La Biblia nos dice que Sísara tenía 900 carros, pero Barac persiguió a todos y cada uno de los miembros del ejército de Sísara hasta que ”no quedó ni un solo hombre” (Jueces 4:16b, NVI). Solo Sísara escapó a pie. Como predijo Débora, la victoria final llegó a través de Jael, una mujer, quien mató a Sísara y entregó su cuerpo a Barac.
INSTRUMENTOS DE REDENCIÓN
Jueces 5 registra un alegre cántico de celebración compartida cantado por Débora y Barac, regocijándose juntos, alabando a Dios y honrando la valentía de Jael. Barac aparece más tarde en el Nuevo Testamento, en el “Salón de la Fe” en Hebreos 11, junto a héroes como Gedeón, Sansón y Jefté, todos ellos se dejaron usar como instrumentos de la obra redentora del Señor.
A lo largo de las Escrituras, Dios usa las manos y los pies de hombres y mujeres fieles para rescatar a Su pueblo una y otra vez, y podemos tener la confianza de que este mismo Dios sigue obrando hoy.
Hazlo Algo Personal: A veces, me da un vuelco pensar en las cosas equivocadas que he dicho y hecho en el pasado. Frecuentemente, enmarcamos nuestras vidas en torno a nuestros fracasos, pensando en lo que hicimos mal y en lo que podríamos o deberíamos haber hecho de manera diferente. ¿Qué tal si hoy, en lugar de enfocarnos en todas las maneras en que hemos fallado, comenzamos a replantear nuestra historia para comenzar y terminar con la fidelidad de Dios?
Ore: ¡Dios Señor, eres inmutable! ¡Aleluya! Gracias por ver mi profunda necesidad de rescate y restauración cada vez que fallo, tal como siempre lo has hecho con Tus amados hijos. Humildemente te pido que me hagas un instrumento de Tu Obra redentora que continúa en este mundo hoy. En el nombre de Cristo Jesús. Amén.
Lea: Lamentaciones 3:22-23; 2 Corintios 5:17-18; Malaquías 3:6-7
Versículo de Memorizar de la Semana: “ Pero los israelitas contestaron al Señor: Hemos pecado. Haz con nosotros lo que mejor te parezca, pero te rogamos que nos salves en este día. Entonces se deshicieron de los dioses extranjeros que había entre ellos y adoraron al Señor. Y el Señor no pudo soportar más el sufrimiento de Israel. ” Jueces 10:15-16, NVI