Jueves - LA PACIENCIA REQUIERE ENERGÍA


LA PACIENCIA REQUIERE ENERGÍA

Kendra Intihar

Escritura de Hoy: “Que Dios, quien da esa paciencia y ese ánimo, los ayude a vivir en plena armonía unos con otros, como corresponde a los seguidores de Cristo Jesús.” Romanos 15:5, NLT 

Tema: Trabajen para cultivar la paciencia, la resistencia y estimulo mientras siguen a Jesucristo.

EL DESORDEN DE LA ENTROPÍA

La segunda ley de la termodinámica nos dice que el universo suele naturalmente al desorden, confusión, discordia, entropía. Se debe gastar energía para compensar esta decadencia. Veo este principio en mi propia casa todos los días. Ayer mismo, entré a la cocina y descubrí que los platos no se habían lavado solos mágicamente. ¿Y si los dejaba allí por más de 24 horas? Entropía. La ropa sucia amontonada y el desorden de papeles en la mesada son recordatorios de que, sin un esfuerzo regular, nuestro hogar rápidamente se ve abrumado por el desorden. El camino de la pereza puede ser más fácil, pero conduce al desorden.

PACIENCIA EN LAS RELACIONES

He llegado a reconocer la segunda ley de la termodinámica también en mis relaciones. Toda relación requiere que gastes algo de energía en paciencia… las relaciones con tus hijos, con tus padres, con tus compañeros de trabajo, con tus mejores amigos e incluso con tus mascotas. La paciencia es especialmente difícil en épocas de tensión, como una temporada electoral.

Soy afortunado de tener amistades en todo el espectro político, lo que me ofrece una oportunidad única de encarnar el amor extravagante de Jesús hacia aquellos con quienes muchas veces estoy en desacuerdo. Estas interacciones presentan abundantes oportunidades para practicar la amabilidad y la paciencia. Incluso, o quizás especialmente, cuando preferimos discutir, estamos llamados a “Sean siempre humildes y amables. Sean pacientes unos con otros y tolérense las faltas por amor.” (Efesios 4:2, NTV). De hecho, Santiago, el hermano de Jesús, nos dice claramente que nuestra fe Cristiana debe caracterizarse por un gran esfuerzo como expresión externa de la condición de nuestro corazón (ver Santiago 2:17).

Si tú y yo, como individuos, no cultivamos y hacemos crecer activamente nuestra paciencia entre creyentes y con nuestros amigos no creyentes, corremos el riesgo de caer en la decadencia relacional. Las relaciones saludables dependen de la paciencia, que requiere energía, especialmente durante momentos culturales divisivos. No es de extrañar que Pablo llame a Dios el “Dios de paciencia y de consolación” cuando nos exhorta a vivir en armonía con los demás (Romanos 15:5). ¡Vivir en armonía con los demás requiere ambas cosas! En nuestras relaciones, tenemos una opción: podemos tomar el camino difícil pero bueno, o podemos tomar el camino fácil pero complicado: energía o entropía.

Hazlo Algo Personal: Estamos en una temporada en la que puede ser difícil mostrar paciencia. La paciencia es el camino difícil… el camino que requiere energía. La buena noticia es que también es un fruto del espíritu, lo que significa que a medida que crecemos en nuestra relación con Cristo, nuestros corazones naturalmente también se volverán más pacientes hacia aquellos a quienes les gusta poner a prueba nuestra resistencia relacional. Piensa en una relación que actualmente está poniendo a prueba tu paciencia. Esta semana, comprométete a orar por esa persona y a reflexionar sobre las cosas que amas de ella. ¡A veces, nuestro corazón sigue nuestras acciones!

Ore: Padre Dios, sé que la paciencia es el resultado natural de una vida vivida con amor intencional. Ayúdame a amar a los demás de manera tan radical que no podamos evitar unirnos en Tu nombre. Permíteme vivir de tal manera que mi compromiso de crecer en Ti ensombrece cualquier deseo, opinión o baratija terrenal a la que pueda estar aferrándome. Inclina mi corazón hacia Ti para que se incline hacia los demás. En el nombre de Jesús, amén.

Lee: Romanos 12:18; Colosenses 3:12-13; Filipenses 2:3-4

Versículo de Memorizar de la Semana: “De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.” Juan 3:35, NVI