CIUDADANÍA EN EL CIELO
Erin Kranz
Escritura de Hoy: “En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador. Él tomará nuestro débil cuerpo mortal y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él. Lo hará valiéndose del mismo poder con el que pondrá todas las cosas bajo su dominio.” Filipenses 3:20-21, NTV
Tema: Tengan la seguridad de que tenemos la ciudadanía en el cielo; nuestras preocupaciones actuales no serán la victoria o la derrota definitiva.
PASANDO POR AQUI
Cuando estaba en la escuela secundaria, participé en varios viajes misioneros en el extranjero e incluso viajé al exterior durante cinco semanas un verano. Ese viaje fue una oportunidad increíble para ver nuevos lugares, conocer gente nueva y sumergirme en una nueva cultura. Mientras me hospedaba con una familia anfitriona, aprendí mucho sobre el país y la cultura. Hubo desafíos por los que oré y trabajé para superarlos en viajes misioneros posteriores. Sin embargo, nunca sentí una verdadera sensación de temor o ansiedad durante mis viajes. ¿Por qué? Porque sabía que, en última instancia, regresaría a casa; mi ciudadanía estaba en otro lugar.
Pablo nos recuerda esto en su carta a la iglesia de Filipos: “nuestra ciudadanía está en los cielos”. Filipenses 3 habla de obtener justicia por medio de la fe. No está diciendo que debemos ignorar el mundo y los problemas que vemos, sino que ofrece un firme recordatorio de que este no es nuestro hogar. No necesitamos sentirnos agobiados por las preocupaciones del mundo; tenemos a alguien mucho más grande, mucho más poderoso, a quien pertenecemos en el cielo. ¡Incluso somos llamados “... conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19b, NVI)!
INCOMPLETO
No siempre es fácil mantener nuestro sentido de pertenencia en perspectiva, ya que todavía vivimos aquí en esta tierra. Si eres como yo, es más fácil para mí empantanarme con los problemas de hoy que mantener siempre una perspectiva eterna. Sí, Jesús vino y derrotó a la muerte, pero todavía estamos esperando el día en que Cristo regrese y “transformará el cuerpo de la humillación nuestra en un cuerpo glorioso como el suyo”. Somos ciudadanos de un hogar que no hemos visto, y todos sentimos la tensión de la espera, la promesa aún no cumplida. Anímate porque la promesa que esperas se cumplirá para ti y para muchos otros; ¡somos pacientes por ellos! “Sin embargo, queridos amigos, hay algo que no deben olvidar: para el Señor Dios, un día es como mil años y mil años son como un día. En realidad, no es que el Señor sea lento para cumplir su promesa, como algunos piensan. Al contrario, es paciente por amor a ustedes. No quiere que nadie sea destruido; quiere que todos se arrepientan.” (2 Pedro 3:8-9).
Hazlo Algo Personal: ¿Qué victorias o derrotas temporales están ocupando demasiado espacio en tus actividades o pensamientos diarios? Te desafío a que contemples los pasajes de la sección “Lee” a continuación y permitas que cambie tu perspectiva.
Ore: Dios, gracias por permitirnos el tiempo para conocerte y elegirte. A veces me impaciento por el cielo. Sé que mi ciudadanía no está solo en este país. Sin embargo, a veces no quiero tratar con los problemas que ocurren dentro de él. Ayúdame a amar a mi prójimo, cuidar de los necesitados, crecer en carácter y en conocimiento de Ti, y estar contento mientras sigo soportando. Ayúdame a recordar Tu Reino y a orar con Tu Hijo: “Venga tu reino”, hasta el último día, cuando todas Tus promesas se hagan realidad. Te creo y Te amo. Amén.
Lee: Juan 18:36-37, Juan 17:14-16, Efesios 2:18-22, 2 Pedro 3:4-10
Versículo de Memorizar de la Semana: “Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad.” Juan17:16-17, NVI