Viernes - DEL PERDÓN A LA LIBERTAD


DEL PERDÓN A LA LIBERTAD

Micah Smith

Escritura de Hoy: " Entonces el rey le ordenó presentarse ante él, y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné toda aquella gran deuda, porque me rogaste.  ¿No debías tú tener misericordia de tu consiervo, como yo la tuve de ti?" Mateo 18:32b-33 RVC

Tema: Juzgamos a los demás con dureza cuando olvidamos el generoso perdón que hemos recibido.

ELEGIR EL PERDÓN DESPUÉS DE 27 AÑOS

Nelson Mandela pasó 27 años en prisión, gran parte de esos en una pequeña celda en Robben Island, picando piedras en una cantera de piedra caliza. Las duras condiciones dañaron sus ojos y pulmones, y el aislamiento tenía como objetivo quebrantar su espíritu. Sus captores esperaban que saliera de la cárcel amargado, vengativo y dispuesto a llevar a Sudáfrica a una sangrienta guerra civil. En cambio, Mandela salió de prisión en 1990 con un mensaje extraordinario: el perdón.

Cuando se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica en 1994, Mandela enfrentó una decisión crucial. Mandela podría haber buscado venganza contra quienes lo habían encarcelado y habían impuesto la segregación racial. En cambio, estableció la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, creando un camino para la sanación a través de la confesión y el perdón en lugar de la retribución. Es famosa su frase: "Cuando salí por la puerta hacia la puerta que me llevaría a la libertad, supe que, si no dejaba atrás mi amargura y mi odio, seguiría en prisión".

EL PESO DE LA FALTA DE PERDÓN

En la Escritura de hoy, Jesús habla de un siervo al que se le perdonó una deuda enorme (equivalente a millones de dólares de hoy) y que luego se niega a perdonar la deuda mucho menor de un compañero de servicio. El paralelo es sorprendente: ¿con qué frecuencia, después de que Dios nos haya perdonado una deuda incalculable, nos aferramos a pequeños agravios contra los demás? Mandela comprendió que la verdadera libertad no se trata solo de cadenas físicas; se trata de liberarse de la prisión de la falta de perdón.

Hazlo Algo Personal: Piensa en las "deudas" que tienes contra los demás. Ahora compáralos con la deuda que Dios te ha perdonado: cada pecado, cada fracaso, cada falta. ¿Estás tú, como el siervo implacable, exigiendo el pago de centavos mientras que a ti se te han perdonado millones? ¿En qué “prisión” de amargura podrías estarte encerrando al negarte a perdonar?

Ore: Dios Padre, gracias por Tu inmensurable perdón de mis pecados. Ayúdame a comprender la magnitud de la deuda que me has perdonado, y permite que esa comprensión ablande mi corazón hacia los demás. Líbrame de la prisión de la amargura, y ayúdame a extender a los demás la misma gracia que me has mostrado. En el nombre de Cristo Jesús, amén.

Lee: Mateo 18:21-35

Versículo de Memorizar de la Semana: “Entonces el rey le ordenó presentarse ante él, y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné toda aquella gran deuda, porque me rogaste. ¿No debías tú tener misericordia de tu consiervo, como yo la tuve de ti?’” Mateo 18:32-33, RVC