AMABLEMENTE
Kimberly Lawrence
Escritura de Hoy: “No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.” Filipenses 2:3, NVI
Tema: Nuestras actitudes pecaminosas hacen daño; así como nuestra humildad sana las relaciones.
"DETESTO A LA GENTE"
Sí, he dicho esto antes. Me avergüenza admitirlo, pero lo he hecho... y probablemente no hace tanto tiempo. Alguien deja que una puerta se cierre en mi cara, bloquea la intersección, habla en voz alta en su teléfono en público, tira basura por la ventana, hace crujir su botella de agua o chasquea su bolígrafo sin parar en la iglesia... y lo pienso. ¿Lo digo en serio? ¿Realmente los “detesto”? ¿Detesto a todas las personas? Ciertamente no. Es una reacción exagerada a una situación pequeña y probablemente insignificante sobre la que he juzgado, porque "nunca haría eso".
Peor aún es cuando siento la necesidad de abordar o corregir lo que percibo como un comportamiento desconsiderado con una "mirada", un comentario sarcástico o una represalia. Por el momento, parece completamente justificado, pero, pensándolo bien, es solo mi propia demostración de un comportamiento más descortés. ¿Realmente traté de darle una lección a alguien haciéndoles exactamente lo que acabo de criticar por hacerme a mí? Se convierte en una referencia circular, un circuito cerrado sin solución.
UNA BARRERA
Con este tipo de actitud, creo una barrera para construir relaciones con los demás y dejo de honrar a Dios a través de un espíritu de humildad. Yo solía pensar que el versículo sobre “hablar la verdad en amor” (Efesios 4:15) era mi permiso para dar mi opinión o consejo sin filtro y, muchas veces, no solicitado. Me olvidé de leer más porque ya había visto todo lo que quería ver para justificar mis propias acciones. Sin embargo, ahora que leo todo el capítulo, está claro que se trata de hablar principios BÍBLICOS, no los míos, para que el cuerpo de Cristo pueda unirse en amor, dando gracia a aquellos que escuchan el mensaje. Mike ha hablado antes sobre "asuntos discutibles" y la improductividad de obsesionarse con ellos. Puedo optar por debatir e insistir en tales temas, o puedo reconocer que la relación es más importante que tener “la razón”. Ahora elijo más sabiamente.
Nunca debemos moderar el mensaje de Cristo. Es la piedra angular de la salvación y de la relación con Dios. Sin embargo, la forma en que lleguemos a las personas con este mensaje eterno y nuestra entrega sí marca la diferencia. Es posible que las personas no recuerden los hechos que dices sobre la Biblia o cuántas escrituras se memorizo para impresionarlas, pero recordarán cómo las hizo usted sentir. Presentar la Buenas Nuevas con los brazos abiertos, el perdón, una mentalidad de “otros primero”, y con humildad. Así lo hizo Jesús. Vino, manso y humilde de corazón, para servir y no para ser servido. Estos son los principios sobre los cual basarnos en nuestras propias vidas para personificar el mensaje.
Hágalo Algo Personal: ¿Tiene una mentalidad de "yo primero" que necesita abordar? A veces, la piedad comienza con la cortesía común y la consideración de los demás antes que de nosotros mismos. Esto no solo permite que otros escuchen el mensaje, sino que también hace crecer su propia espiritualidad a medida que se vuelve más como Cristo. Personifique el fruto del Espíritu (amor, alegría, paz, paciencia, bondad, generosidad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio) y no permita que los comportamientos de autopromoción empañen la obra que Dios está haciendo a través de usted.
Ore: Dios, gracias por salvarme y perdonar mi pecado. Ayúdame a recordar Tu gracia y amor incondicional cuando me vuelva altivo. Por favor, quítame el orgullo, la vanidad, la impaciencia y la autopromoción para que Tu mensaje claro pueda ser escuchado. No quiero avergonzarme del mensaje de salvación. Ayúdame a presentarlo de manera que otros puedan ver más allá de mí y directamente a Ti. Amén.
Leer: Romanos 12: 1-21; Efesios 4:17-32
Versículo de Memorizar de la Semana: “Por lo tanto, anímense y edifíquense unos a otros, como en efecto ya lo hacen”. 1 Tesalonicenses 5:11, RVC