Lunes - MANOS LIBRES DE PIEDRAS


MANOS LIBRES DE PIEDRAS

Kendra Intihar

Escritura de Hoy: “Entonces Jesús se enderezó y le dijo: “Y, mujer, ¿dónde están todos? ¿Ya nadie te condena?”  Ella dijo: “Nadie, Señor” Entonces Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más.’” Juan 8:10-11, RVC 

Tema: Jesús se enfrentó a un pecado específico y a un llamado a juicio, pero también reconoció a una persona hecha a imagen del Creador. Eligio rescatar y redimir del pecado en lugar de condenar y arrojar piedras a una persona.

ESCRITO EN EL POLVO

Jeremías dijo: “Señor, esperanza de Israel, todos los que te abandonan serán avergonzados; los que se apartan de mí serán como nombres escritos en la arena, por haber abandonado al Señor, que es manantial de aguas vivas.” (Jeremías 17:13, RVC). 

Cuando los fariseos y maestros de la ley se acercaron a Jesús con una mujer descubierta en el pecado de adulterio, no anticiparon la forma en que Jesús convertiría Su justicia propia en una lección de misericordia. Pensaron que lo tenían acorralado: si no condenaba a muerte a la mujer, estaría quebrantando la ley de Moisés. Los líderes religiosos se habían alejado de la historia redentora de Dios, pero Jesús, al ver el panorama completo del plan de restauración de Dios, se puso de pie como recordatorio de la misericordia eterna de Dios (ver Salmo 103:8).

Mientras los maestros estaban de pie listos parar tirar piedras, Jesús se arrodilló y comenzó a escribir en el polvo. Cuando se puso de pie, desafió a cualquiera de ellos que estuviera libre de pecado a que arrojara la primera piedra contra la mujer, y luego se inclinó nuevamente para continuar escribiendo. Uno por uno, los fariseos y maestros de la ley dejaron caer sus piedras y se alejaron.

¿CUAL ES LA POCISION DE JESÚS EN ESTO?

“Mujer, ¿dónde están todos? “¿Ya nadie te ha condena?”, Jesús preguntó.

“Nadie, Señor”, respondió ella. Entonces Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno”. “Vete y no peques más.”. 

Jesús estuvo del lado del pecador. Se puso del lado de la mujer que estaba siendo juzgada. Se puso en contra de los hombres que creían que tenían el derecho de juzgar y condenar a esta mujer. Los líderes religiosos creían que estaban ejerciendo un juicio correcto contra la mujer basándose en su profundo estudio de las leyes que pertenecían al adulterio. Pero a Jesús no le interesaba el juicio correcto de ellos, a pesar de su capacidad para justificarlo en las Escrituras. En lugar de simplemente “cumplir” la ley, la cumplió. El arco narrativo redentor en la Biblia es este: Dios se presenta a Su pueblo una y otra vez, amándolos a través de sus fracasos y rescatándolos de su pecado.

El encuentro de la mujer con Jesús ese día fue una invitación a una nueva vida: una vida de restauración y gracia. En lugar de condenar a la mujer como los líderes religiosos hubieran querido que lo hiciera, Jesús la invitó a la plenitud de la vida que Él ofrece, donde su pecado ya no la agarra ni la define. Al hacerlo, les enseñó que su condena no era útil ni necesaria; es solo Su gracia la que rescata a los pecadores.

INVITACIÓN A LA LIBERTAD

El amor de Jesús no es una aceptación pasiva de nuestro quebrantamiento, sino una invitación activa a liberarnos de él. Yo solía interpretar “Vete y no peques más” como una amenaza. Algo parecido a “Vete y no peques más… o si no…”. Pero a medida que he crecido en mi fe, me he dado cuenta de que “Vete y no peques más” no es una advertencia ni una amenaza, es una invitación a la libertad que se encuentra en Su presencia. Es una invitación a una relación con Jesús, donde podemos ver verdadera y finalmente que Su postura singular hacia nosotros es amor.

Cuando leemos las Escrituras, es tentador sumergirnos en la narrativa como el héroe… en este caso, Jesús. En cambio, deberíamos ver al Señor Jesús como el héroe de la historia y a nosotros mismos y a los demás como los pecadores que necesitan Su corrección y redención.

Jesús no vino a condenar al mundo, sino a salvarlo (Juan 3:17). Este es el corazón de las Buenas Nuevas, ¿no es así? Somos amados y perdonados a pesar de nuestro pecado, llamados a salir de nuestro pecado y llamados a extender el mismo amor y misericordia a los demás que se nos ha dado. Es nuestro trabajo amar, con las manos libres de piedras, permitiendo que Jesús haga el trabajo redentor de atraer a las personas a una relación con Él.

Hazlo Algo Personal: ¿Qué pasaría si, incluso a regañadientes como los fariseos, dejáramos caer nuestras piedras y eligiéramos la gracia y la misericordia para aquellos atrapados por el pecado? Imagina un mundo donde no juzgáramos a los demás por sus fracasos, defectos y decisiones, sino que camináramos junto a ellos, ofreciendo compasión y esperanza.

Ore: Señor Dios, gracias por Tu infinita misericordia y gracia. Ayúdame a ser más como Tú: rápido en ofrecer amor, rápido en perdonar y lento en juzgar. Haz que mi vida y mi actitud hacia los demás reflejen la infinita compasión que me has demostrado. Amén.

Lee: Santiago 2:12-13; Romanos 2:1-4; Mateo 9:10-13

Versículo de Memorizar de la Semana: “Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado.” Gálatas 6:1, NVI