Cordero: Semana 2

Guía del Discusíon


La semana pasada, comenzamos una serie sobre el pecado, sus consecuencias y la necesidad de un sacrificio. Esta semana, exploraremos la historia de Caín y Abel, el primer sacrificio registrado en las Escrituras. A través de esta historia, vemos cómo Dios valora el corazón que hay detrás de nuestras ofrendas, no solo el acto en sí. Analicemos qué significa esto en nuestra relación con Dios.

Qué necesitarás: (Las referencias bíblicas a continuación tienen enlaces para facilitar el acceso.)

  • Una Biblia o una aplicación bíblica
  • Un cuaderno
  • Un bolígrafo
  • Un resaltador

 

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1. Comparte sobre un trabajo, deporte o materia de la escuela que realmente no disfrutaste. ¿Aun así te esforzaste al máximo o apenas lograbas sobrevivir? ¿Alguna vez te has encontrado en una situación en la que sentiste que te esforzaste al máximo, pero alguien más recibió el reconocimiento? ¿Cómo lo manejaste?


2. Lean Génesis 4:3-5. ¿Cuál fue la diferencia clave entre los sacrificios de Caín y Abel? ¿Qué revela esto sobre las expectativas de Dios? Dialoga en oración: ¿Dios se está recibiendo lo mejor de ti o priorizas tu familia, trabajo o pasatiempos sobre El?

3. Lean Hebreos 11:4 y Jeremías 17:10. ¿Qué reveló la ofrenda de Abel sobre su fe en Dios? ¿Cómo podemos analizar nuestros motivos al adorar y dar? ¿Tu corazón y tus sacrificios demuestran que deseas confiar, crecer en la fe y honrar a Dios?

 

4. Lean Génesis 4:6-7. ¿Cómo extendió Dios su misericordia a Caín y le dio la oportunidad de enmendar las cosas? ¿Cómo te ofrece Dios la misma oportunidad en este estudio? Analiza la advertencia sobre el pecado en el versículo 7 y cómo sigue aplicándose a nosotros hoy.

Pasos a Seguir: Pide a Dios que examine tu corazón y tus motivos esta semana. ¿Te acercas a Él como Caín, dando solo lo necesario, o como Abel, ofreciendo lo mejor en adoración? Usa Romanos 12:1 como guía para tu oración esta semana:

Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.

Jesús es el Cordero supremo, el sacrificio perfecto por nuestros pecados. Él merece lo mejor de nosotros, no lo que nos sobra.