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Al retomar y avanzar en la Biblia en nuestra serie "Del Edén a la Eternidad", llegamos al contexto donde los israelitas estuvieron cautivos bajo los babilonios debido a su pecado y desobediencia. Ahora han regresado y están comenzando el proceso de reconstrucción. Dios les está dando un nuevo comienzo. Muchos de nosotros podríamos encontrarnos en una situación muy similar. El fin de semana pasado aprendimos algunos principios bíblicos para reconstruir a la manera de Dios.

El domingo pasado tuvimos la bendición de escuchar a nuestro pastor fundador, Mike Madding. Nos recordó que la humildad no es algo natural; es algo que debemos cultivar intencionalmente. En esta cultura, constantemente nos impulsan a ascender, a ser reconocidos y a demostrar nuestro valor. Pero Jesús nos señala la dirección opuesta: el camino de la humildad. La verdadera humildad no es debilidad; es fuerza bajo control. No se trata de menospreciarnos, sino de pensar menos en nosotros mismos: hacer espacio para Dios y para los demás. Esta semana, analizaremos lo que Dios realmente desea de nosotros y cómo podemos seguir el camino de la humildad de Cristo.

Esta semana analizaremos un momento bíblico en el que los israelitas querían ser como todos los demás pueblos que los rodeaban. Otras naciones tenían reyes, así que ellos también querían uno, así que le pidieron a Dios un rey. Como pueden imaginar, y como veremos, este no era el plan de Dios ni lo mejor para su pueblo elegido. Pero, como solemos hacer, exigieron lo que querían, y así comienza un largo camino de difíciles consecuencias por la decisión que tomaron de tener un rey "como todos los demás", en lugar de Dios como su verdadero Rey.

¿Qué son los profetas? Fueron elegidos por Dios para ser portavoces y comunicar su voluntad al pueblo. Los profetas debían acercarse a Dios, escuchar su voz y conocerla. Dios nos llama a hacer lo mismo: necesitamos dedicar tiempo a escuchar su voz en silencio. Esta semana aprendimos del profeta Samuel que escuchar no se trata solo de oír, sino de responder. El profeta Miqueas lo resumió así: «¡Él te ha mostrado, oh mortal, lo que es bueno! ¿Y qué es lo que espera de ti el Señor?: Practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente ante tu Dios.» (Miqueas 6:8). Samuel nos da un ejemplo de cómo escuchar y responder a la voz de Dios, y Miqueas nos recuerda qué hacer una vez que la hemos escuchado.

Al continuar nuestro viaje Del Edén hasta la eternidad a través del Antiguo Testamento, llegamos al tiempo de los jueces. Moisés murió, Josué guio fielmente al pueblo de Dios hacia la Tierra Prometida, y él también falleció. Los israelitas se quedaron sin un líder principal. Y como podrán imaginar, cuando el líder se fue, el pueblo comenzó a desviarse. En lugar de permanecer fieles, los israelitas transigieron con las naciones que los rodeaban. El pecado gradualmente reemplazó la obediencia a Dios. Sin embargo, en su misericordia, Dios levantó jueces para guiar, rescatar y llamar a su pueblo de regreso a Él. Esta semana, nos detendremos aquí para ver lo que Dios quiere mostrarnos sobre la transigencia, la valentía y la obediencia en nuestro propio caminar con Él.