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Estamos en la semana 3 de nuestra serie titulada Cordero. En preparación para la Pascua, hemos estado considerando el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento. A veces nos sentimos demasiado cómodos con Dios. Perdemos de vista su santidad, grandeza y poder. Recordamos que es imperativo acercarnos a Dios como Él nos lo pide, y no como nos parezca correcto.

La semana pasada, comenzamos una serie sobre el pecado, sus consecuencias y la necesidad de un sacrificio. Esta semana, exploraremos la historia de Caín y Abel, el primer sacrificio registrado en las Escrituras. A través de esta historia, vemos cómo Dios valora el corazón que hay detrás de nuestras ofrendas, no solo el acto en sí. Analicemos qué significa esto en nuestra relación con Dios.

Esta semana, iniciamos una nueva serie dirigiéndonos hacia la Pascua. ¿Has notado cómo nuestro primer instinto suele ser echar la culpa a alguien o algo? No es nada nuevo: este patrón se remonta a Adán y Eva en el Jardín del Edén. Sus decisiones trajeron consecuencias y la necesidad de un sacrificio. Veamos cómo el pecado, la culpa y el sacrificio juegan un papel en el plan de Dios.

¡La generosidad es difícil! ¡Rara vez surge de forma natural! Pero todos coincidimos en que se siente GENIAL cuando nos sacrificamos. Y cuando otros creyentes nos ven siendo generosos y sacrificados, dice mucho de nuestra confianza en Dios. Su objetivo en esta conversación debe ser desafiar y combatir nuestro egoísmo, y animarnos mutuamente a confiar y obedecer la voluntad de nuestro Padre GENEROSO.

Diezmar puede ser un tema difícil e incómodo, pero es fundamental para comprender el plan de Dios en la generosidad y la confianza. Este fin de semana, hablamos sobre lo que Dios dice sobre este tema en el libro de Malaquías. Si bien las conversaciones sobre dinero a veces pueden parecer personales o incluso controvertidas, abordar este tema con una mente abierta nos permite comprender el deseo de Dios de su provisión y fidelidad. Analicemos más a fondo qué significa diezmar y cómo puede profundizar nuestra confianza en el cuidado de Dios.