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Al finalizar nuestra serie sobre Magnificar, queremos desafiarte, alentarte y mostrarte cómo administrar tus finanzas a la manera de Dios. Las Escrituras tienen mucho que decir sobre cómo administrar nuestras finanzas. Probablemente, el tema más constante sobre el dinero es manejarlo con sabiduría. Oramos para que, después de escuchar esta serie, busques a Dios, magnifiques su nombre y uses la sabiduría en todos tus caminos.

Este fin de semana tuvimos el privilegio de contar con Joe Sangl, quien compartió con nosotros cómo la mayoría de nosotros estamos viviendo la vida sin un muro protector, tal como el remanente de judíos en Jerusalén que vivía con muros derribados y sin protección. Juntos veremos lo que dice la Palabra de Dios sobre nuestras finanzas.

Esta semana comenzamos una serie completamente nueva llamada Magnificar. Muchas veces, cuando las cosas van bien en la vida y tenemos todo lo que necesitamos y un poco de dinero extra en el banco, tendemos a olvidarnos de Dios y a confiar en esas cosas. Esto es lo que les sucedió a los israelitas en el Antiguo Testamento. Habían estado vagando por el desierto durante 40 años, teniendo que confiar completamente en Dios para sus necesidades diarias. Cuando estaban a punto de entrar en la tierra prometida, que fluía leche y miel, se les recordó que debían tener cuidado de no olvidarse de su Dios.

¡Muy bien, amigos, lo lograron! Leyeron todo el libro de Romanos. Al concluir nuestra discusión con los últimos dos capítulos, vemos a los judíos y gentiles discutiendo. Los judíos continuaron defendiendo sus leyes, mientras que los gentiles argumentaron que estas leyes ya no se aplicaban. Este tipo de disputas pueden causar división en nuestros hogares, relaciones y en la Iglesia. Pablo habla a los judíos y gentiles sobre estos asuntos discutibles.

¿Cómo te va con este viaje en romanos? La palabra de Dios está viva y activa y tiene el poder de transformarnos. No te rindas, vale la pena el esfuerzo. Esta semana nos centramos en Romanos 12-14. Pablo nos brinda una guía práctica para vivir nuestra fe, animándonos a usar nuestros dones para Dios y para los demás, a tratar con la autoridad y a buscar la paz entre nosotros.